24/05/2025 VÍA VERDE SANTANDER - MEDITERRÁNEO 5ª ETAPA

24 de mayo2025
5ª etapa: Espejón - Soria
91 km
601 metros de acumulado
5:42 horas de pedaleo efectivo
Desayunamos normalito en el hotel, la temperatura es de 2º, los tejados están blancos de la escarcha, yo vuelvo a salir muy abrigado, menos mal que no hace viento y luce el sol.
El primer dilema del día se presenta cuando José Antonio nos dice que según el track empezamos a rodar con 2 km. al 5%, decidimos “pasar” olímpicamente del track y hacer una ruta más llevadera, (lo de ayer está muy reciente).
Empezamos en descenso con bastante frío, siempre por encima de los 1.000 metros, bonitos paisajes de un verde rabioso, carretera en perfecto estado y con muy poco tráfico, toboganes suaves, vamos disfrutando aunque un poco perdidos, paramos a quitarnos ropa (hay que ver lo pronto que sube la temperatura), no se ve un alma para preguntar, al rato Leo se detiene a preguntar a un paseante y resulta que es un veraneante madrileño y no tiene ni remota idea de lo que preguntamos, luego hace lo mismo con una señora que se pega un buen susto y tampoco hay resultado (manda huevos), mientras Leo no deja de decir improperios, el resto nos escojonamos de risa.
Al final un cartel de tráfico nos sitúa correctamente y al poco llegamos al puente de los “Siete Ojos” que es uno de los puntos de entrada al “Cañón del Río Lobos” por el que estuvimos rodando hace unos años, la ocasión se merece una parada y varias fotos, estando posando para que Leo nos haga una foto, empieza a maldecir al móvil y le pega un sobaquillazo contra el suelo que no lo rompe de milagro, (no paramos de reír durante un buen rato), seguimos y empezamos a ver empresas dedicadas a la madera, llegamos a S. Leonardo de Yagüe y llenamos los bidones en la fuente de tres caños de los que sale una agua fría y donde a veces hacen cola los habitantes de la localidad para abastecerse de agua de boca por su calidad.
Decidimos hacer la parada porque no sabemos si más adelante habrá posibilidad de encontrar algún lugar adecuado, tomamos unos mini-bocatas (picadillo, torreznos, etc.) en el ya conocido “Mesón el Mayo” enfrente de la iglesia.
Enseguida tomamos la Vía Verde que viene desde Hontoria del Pinar (8 kms. antes), de haber seguido fielmente el track desde Espejón, hubiéramos salido allí y habríamos ahorrado kilómetros (después de verlo en el mapa en el momento de escribir esto creo que cometimos un error).
Si por la mañana teníamos frío, ahora estamos asados de calor, el trazado entre pinares va subiendo de manera continua y sin tregua, pasamos por el tramo de vías que se dejaron en recuerdo del rodaje de la superproducción de cine “Doctor Zhivago” (por cierto, se rodó en esa localidad para recrear los paisajes rusos por las nevadas que había todos los años, pues bien ese año la falta de nieve natural obligó a los productores a utilizar grandes cantidades de polvo de mármol y sal para simular los paisajes nevados), Juan Carlos va tocado y vamos pendientes todos de todos, atravesamos estaciones entre ellas la de Pinar Grande a 1.163 m. de altitud, con los restos del tremendo puente grúa del “Cargadero”, que pone de manifiesto la intensa actividad forestal que se llegó a desarrollar, también bastante ganado vacuno en un paraíso para los animales.
Tras coronar la larguísima subida desde S. Leonardo de cerca de 18 km. siempre entre el 1% y el 3%, bajamos rápidamente hasta la ermita de la Virgen Blanca, donde hacemos una parada a la sombra de los árboles para comer algo y hacer una merecida pausa y unas fotos (el templo de importantes dimensiones, fue costeado por tres familias de Cabrejas del Pinar que invirtieron sus beneficios conseguidos tras haber emigrado a México).
Con Abejar a la vista (donde paramos a repostar gasoil el primer día) pincha José Antonio y con la ayuda del súper-mega-compresor de Juan Carlos, se soluciona el incidente y continuamos, Leo y yo vamos escasos de agua y tenemos que rellenar si o si, José Antonio dice que va jodido y que no para, así que Ivo, Juan Carlos, Leo y yo nos desviamos con la intención de encontrar agua en la localidad citada, la suerte hace que a escasos cientos de metros de abandonar el trazado de la Vía Verde, nos encontramos con una ermita y una excelente fuente, donde nos refrescamos, bebemos y llenamos los bidones, la parada reconforta porque hace bastante calor.
Se vuelve a plantear el tema de donde comer, si seguimos hasta Soria llegaremos tarde y la posibilidad de no comer no entra en nuestros planes, decidimos jugárnosla en el primer pueblo que veamos (si alcanzamos a José Antonio bien y si no también, que se hubiera esperado), ponemos un fuerte ritmo porque vamos en terreno descendente, alcanzamos a José Antonio que manifiesta que no va muy bien, el primer pueblo es Cidones y nos desviamos a probar suerte, lo recorremos y vemos un solitario bar donde Juan Carlos entra a preguntar y al final, ¡¡Premio!!, el encargado del local nos ofrece unos platos combinados y tapas de varias “delicatessen”: (morcillas, torreznos, picadillo), comemos de maravilla (tampoco somos muy exigentes), la cámara que ha puesto José Antonio en el pinchazo pierde aire y tiene que volver a cambiarla.
Con el “almica” llena seguimos rumbo a Soria a buen ritmo, trazado favorable y disfrutando a medida que nos acercamos a la ciudad, sombra, piso excelente, todo es de cuento de hadas hasta que la frase de Leo “La felicidad es efímera”, nos da en toda la boca, un repentino giro a la izquierda y más de un kilómetro con porcentajes que llegan al 9% y con la sorpresa de que José Antonio (el que iba tan jodido) nos saca a todos doscientos metros, como es natural entre Leo y yo se lleva lo suyo en reproches.
Por fin llegamos al Hostal San Andrés tras 91 km y más del doble de desnivel acumulado previsto, antes de dejar las bicis en el garaje del establecimiento, nos echamos unas jarras de cerveza bien ganadas (por cierto, tirada de manera excelente), subimos a las habitaciones, una ducha, tomar algunas notas para la crónica y sin descanso nos vamos a visitar la ciudad.
Estamos cerca del “Parque de Cervantes” (La Dehesa), en pleno centro de Soria, un parque de 9 hectáreas lleno de gente haciendo deporte, paseando y tomando algo en bares y terrazas.
Aunque es sábado, no deja de sorprendernos la gran cantidad de gente que hay por todos lados, “tropezamos” con un torneo de baloncesto 3x3 con gran animación, recorremos alguno de los lugares de la ciudad como el enorme Palacio de los Condes de Gómara (el edificio más representativo de la arquitectura civil renacentista del siglo XVI), aprovechamos como no podía ser de otra manera para degustar los torreznos, el picadillo y el jamón, acompañados de unas buenas cervezas en un lugar donde para coger sitio había que estar muy atento de la gente que había (tuvimos una suerte loca).
Después nos dirigimos de vuelta al hostal donde Juan Carlos y yo damos cuenta de la “última”, la habitación donde pasaremos la noche es pequeña, (han metido la tercera cama con calzador) pero a estas alturas ya estamos acostumbrados a todo, Ivo, Juan Carlos y yo la compartimos.
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