23/05/2025 VÍA VERDE SANTANDER - MEDITERRÁNEO 4ª ETAPA

23 de mayo 2025
4ª etapa: Burgos - Espejón
97 km
734 metros de acumulado
6:34 horas de pedaleo efectivo
La noche a pesar de las bajas temperaturas ha sido de juerga (la zona es de copas), aunque con mis tapones no me he enterado, la mañana sale fría de narices con 3º, decidimos salir abrigados, yo con mallas y guantes de invierno, braga para el cuello, manga larga y manguitos, el día es desagradable cubierto, y con viento, José Antonio no ha traído guantes largos y se tiene que conformar con unos de látex que llevo para emergencias.
A las 7:45 h. ya estamos pedaleando (los peregrinos madrugan más que nosotros), tengo sensaciones muy gratas al pedalear por esta preciosa ciudad tan familiar para mi, nos hacemos una foto con el arco de Santa María de fondo, paramos a desayunar en un bar al lado de la Estación de Autobuses ya de camino a la Vía Verde.
La salida es en constante subida con bastante frío y viento, los primeros kms. son semi-urbanos, están asfaltados y con bastante gente andando, corriendo, paseando mascotas, etc., dejamos atrás la ciudad por parajes muy bonitos y con varias derruidas estaciones que se mantienen en pie solamente para ver el cartel que recuerda tiempos pasados.
La subida no acaba nunca, el viento sigue pegando de costado pero se ve mitigado por una barrera de arbolado durante bastantes km, alcanzamos la cota de los 1.000 metros por parajes agrestes y solitarios pero muy chulos, Juan Carlos va un poco “justo” y decidimos hacer una parada en medio de ningún sitio para una barrita y un trago de agua (José Antonio decide seguir a buscar algún sitio donde sentarse), reanudamos la interminable subida hasta llegar a los 1.034 m., el lugar casi da “miedo” del aislamiento en que te encuentras, el piso se ha ido empeorando y el viento ha amainado algo, por fin empezamos a bajar y disfrutar como críos (la recompensa después del sufrimiento).
“La felicidad es efímera” pues la bajada acaba bruscamente en la N-234 con bastantes camiones y algo peligrosa, a los 3 kms. hacemos una parada para la cocacola en un bar de carretera de la localidad de Barbadillo del Mercado (en ese mismo bar vimos un final de etapa de la Vuelta hace unos años cuando recorrimos el “Cañón del Río Lobos”), como el horario se nos está descuadrando, José Antonio llama al alojamiento de Espejón para decirle que llegaremos algo tarde a comer, cuando termina la llamada nos informa de que no dan de comer ni de cenar, así que cambio total de planes y habrá que comer en el primer sitio que veamos.
Siguiendo el track, nos metemos por unos caminos malos y “raros” que parecen ir a ninguna parte, a Juan Carlos se le parte el soporte de las alforjas y se pega un tozolón sin consecuencias, al más puro estilo MacGyver con bridas y cuerdas lo arregla de manera que no le planteará problemas en lo que queda de viaje, seguimos retrasándonos con cada vez más calor, el camino se hace cada vez peor, nos metemos en una zona de barro y tenemos que ir con las bicis en la mano hasta que nos metemos en un monte sin trazas de camino (el track sigue marcando por ahí), caída de Ivo sin consecuencias, camino sin salida y vuelta a descabalgar para por fin encontrar el que nos saca de nuevo a la carretera N-234 (teníamos que haberla cogido desde el principio), después de rodar por ella unos 4 km., tomamos un desvío a la Bu-V-9215 que tras otros 3 kms., nos conduce a Pinilla de los Barruecos en la comarca de la Demanda.
.- El pueblo es muy pequeño (98 habitantes), vemos un bar y preguntamos si nos pueden dar de comer lo que sea, el amable propietario nos dice que lo siente pero no tiene pan, nuestro gozo en un pozo, tomamos una cerveza y aún nos saca unos pinchos de salchicha, mientras tanto Leo lleva un rebote del copón, maldiciendo al pueblo, a la zona y a la “biblia en verso”.
Un paisano nos dice que la última alternativa para comer es llegar a Huerta del Rey que está a 20 minutos (menudo cabrón), como no podemos hacer otra cosa, seguimos marcha y nos pretamos un puerto de 6 kilómetros bajo un sol de justicia (Alto del Cerro de 1.207 m.), al fin después de 13 km, llegamos a Huerta y preguntamos donde podemos comer, nos recomiendan un restaurante de carretera a la salida del pueblo, por suerte aunque no tienen mucho donde elegir comemos bien por 16 € (no había visto nunca ofrecer navajas de segundo plato).
Una vez que hemos repuesto fuerzas, toca esperar a que abra alguna de las tiendas de la localidad para comprar la cena (José Antonio se las pira sin esperar), compramos lo de siempre, embutidos, latas y pan, yo me hecho otros 2,5 kg. al equipaje (8 latas de cerveza), nos esperan todavía otros 12 km. y la mayor parte cuesta arriba, tomamos la Bu-V-9421 y seguidamente la So-P-5212 hasta el hotel que como siempre está en buena cuesta que nos hace meter todo.
Cuando le digo a la señora del hotel que nos guarde lo que hemos comprado y si nos puede meter las cervezas a enfriar para la cena, me mira extrañada y al explicarle el asunto me dice que le había dicho a José Antonio que no nos podía dar de comer porque no habíamos avisado antes, que tenía ya una celebración y nos nos hubiera podido atender, pero que evidentemente daba de cenar y más a los alojados en el establecimiento.
No se que responderle y al ver mi cara de sorpresa me dice que no me preocupe, que cenemos lo que hemos comprado que no hay problema, cuando se lo cuento al resto se quedan “a bolos”, incluido J.A.
Nos echamos una merecidísima cerveza después de casi 100 km. desde esta mañana en Burgos, Leo sigue con su particular rebote porque la bici no le va todo lo bien que desearía, guardamos las bicis en un amplio pero apartado garaje (no tenemos ni puñeteras ganas de andar un solo paso), nos aposentamos (Ivo, J.C y yo) en una habitación amplia, limpia y con detalles, toca ducha, algo de relax tumbados y un breve paseo por los alrededores del pequeño pueblo ya en la provincia de Soria, con 125 habitantes y donde destaca su enorme cantera de mármol de la que da fe, la excelente escalera y pasamanos del hotel.
Ya hora de la cena, nos habilitan unas mesas con unos manteles y damos cuenta de nuestras viandas, (la verdad es que se portaron muy bien con nosotros), preguntamos a que hora podemos desayunar mañana y nos vamos a dormir después de un día que como dijo Leo la noche anterior en Burgos: “Más nos hubiera valido entregar nuestro alma al redentor”.
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