22/05/2025 VÍA VERDE SANTANDER - MEDITERRÁNEO 3ª ETAPA

VÍA VERDE SANTANDER - MEDITERRÁNEO 3ª ETAPA
VÍA VERDE SANTANDER - MEDITERRÁNEO 3ª ETAPA

22 de mayo 2025
3ª etapa: Oña - Burgos
66 km
555 metros de acumulado
4:21 horas de pedaleo efectivo

Salimos sin desayunar porque en la carretera no hay ningún bar abierto y no nos apetece nada subir a la plaza sin la certeza de que allí lo estén, hace fresco pero nada especial, empezamos en subida que se mantendrá durante casi toda la etapa.
Paramos a desayunar en Salas de Bureba, unos, café con leche y repostería y otros bocadillos con cerveza o vino, dispuestos a continuar la marcha observamos que José Antonio tarda bastante en salir, cuando lo hace nos comunica que no se encuentra muy bien y que tiene el cuerpo “movido”, (tendrá que hacer varias paradas de “emergencia”).
Vemos el desvío a Poza de la Sal y nos dirigimos a el aunque se separa 2,5 km de la Vía Verde y donde nos espera alguna rampa del 14%, es donde nació Félix Rodríguez de la Fuente y goza del título de Conjunto Histórico Artístico con un casco urbano muy interesante que recorremos sin las bicis que dejamos aparcadas en una plaza donde hay un busto del naturalista y donde nos hacemos las fotos de rigor.
En el hostal de Cilleruelo, vimos un cartel donde se anunciaba el comienzo de la Vuelta a Burgos Femenina y la primera etapa era Burgos – Poza de la Sal, pues la casualidad hace que estando subiendo los repechos que he comentado, nos encontramos a los que están preparando las pancartas, vallas y toda la parafernalia de las llegadas, ni que decir tiene que somos aplaudidos y animados como si fuéramos los vencedores.
Retornamos a la Vía Verde y hacemos una pausa en Quintanarruz para la barrita y el trago de agua (tampoco hay bar), donde una vecina no muy amable nos recriminó por echar los envoltorios a la papelera “manda huevos”, aprovechamos para llenar bidones (fuente si que había) y empezamos a subir de manera inmisericorde durante muchos km. entre el 1% y el 3% con un viento más que fresco, alguna gota pero manteniéndose sin llover.
Atravesamos la estación de Peñahorada y varios túneles en el desfiladero del mismo nombre (José Antonio tiene que parar urgentemente) y coronamos a 904 metros con un panorama sombrío, unas nubes amenazantes y un viento verdaderamente frío, menos mal que da de espaldas.
Desde aquí es todo descenso (aún tendremos un repecho de unos tres kilómetros) hasta Burgos, la cercanía del final de la etapa hace que vayamos con más ánimo no sin quitarnos de la mente la frase de Leo:“La felicidad es efímera” (aunque esta vez no se cumple), algún pequeño despiste al entrar a la ciudad por los polígonos industriales, etc. y ya en terreno conocido (pasé durante muchos años todos los veranos en casa de mis abuelos maternos), y a la sombra de la Catedral, llegamos al también conocido por varios de nosotros “Hostel Flor de Escocia” (vaya nombre tonto, estando donde está situado), como es “Camino de Santiago”, hay cola para formalizar la inscripción que se ve demorada por el tema de los distintos idiomas de los peregrinos. con los que tiene que lidiar la chica que está en recepción.
Por fin nos toca a nosotros, rellenamos la correspondiente ficha, nos entrega las sábanas (la toalla la pones tú), las claves de acceso a la habitación y con dificultad por lo angosto del ascensor y las escaleras, subimos las bicis al lugar destinado para ellas (ya lo sabíamos de la vez anterior que sufrimos de lo lindo ayudando a los de las e-bikes).
Tenemos problemas con la clave, Ivo vuelve a pedirla y esta vez acertamos, la habitación es de 12 plazas pero es toda para nosotros, menos mal porque solo tiene una baño (no me imagino lo que puede ser cuando esté llena, tendría que estar prohibido), tampoco está muy limpio que digamos.
Dejamos las cosas, nos quitamos la ropa de ciclista, nos aseamos mínimamente y antes de ducharnos nos vamos a buscar un sitio para comer porque como siempre se nos a hecho tarde, lo hacemos por el centro turístico de Burgos que está lleno de bares y restaurantes, encontramos un menú que nos parece aceptable por 20 €, le decimos al camarero que nos baje el volumen de la música y comemos estupendamente con un vino que por primera vez está “bebible” (hasta ahora han sido todos horrorosos), viendo el final de la etapa de las chicas en Poza de la Sal por donde hemos pasado unas horas antes (subían un poco más deprisa que nosotros……..).
Terminado de comer Juan Carlos y yo acompañamos a Leo a buscar una tienda de bicis para comprar una cubierta en la que se deja 50 € (no se fía del “apaño”), y nos metemos una larga caminata por el precioso y largo paseo de la “Isla”, aprovechando para sacar pasta en un un cajero de Ibercaja y Juan Carlos para comerse un helado sentado con vistas a la Catedral.
Cuando regresamos al hostel, Ivo y José Antonio ya están duchados y con siesta incluida, Ivo comenta de hacer una colada y Leo y yo decimos inmediatamente que si, (Juan Carlos está todavía con su helado) por nueve euros tenemos al rato la ropa limpia y seca.
Nos duchamos nosotros, descanso de apenas 15 minutos que aprovecho para llamar a César que está realizando con otros compañeros del Club, la “Ruta de la Plata”, para explicarle el problema que tengo con el track que no llega nunca a descargar la ruta en su totalidad, lo más que llega es al 90%, me comenta que puede ser que al ser tan largo (730 km.), no tenga capacidad de gestionarlo y que lo tenía que haber cargado en varios tracks más pequeños (para la próxima vez tenerlo en cuenta).
Hacemos una breve visita turística en la que hago de anfitrión por los sitios cercanos más emblemáticos de la ciudad (Catedral, arco de Santa María, Espolón, estatua del Cid, Casa del Cordón, Llanas de adentro y de afuera, Plaza Mayor, etc.), nos tomamos una cerveza haciendo tiempo para que sean las nueve y los llevo a ver al “Papa Moscas” (un autómata en la Catedral, que todas las horas en punto abre la boca al tiempo que mueve su brazo derecho para accionar una campana), pero ya estaba cerrada porque cierran a las ocho (es la segunda vez que llevo a compañeros de la bici a verlo y no puede ser, la otra vez había una boda y lo habían desconectado).
Como estamos muy cansados, decidimos tomar unas raciones en el bar del hostel, que está petao de gente, por suerte encontramos un sitio y cenamos muy a gusto, evidentemente no podía faltar la morcilla, en la agradable charla, Leo nos suelta otra de sus frases que te dejan atónito: “Para la etapa de mañana, más nos vale entregar nuestra alma al redentor”.
Así que otra vez con las risas, nos vamos a dormir no sin antes coger un libro de los muchos que hay en unas estanterías de la cocina, para leer un rato (por cierto, a ver si lo encuentro y lo descargo).